Merry Christmas?

Merry Christmas?

Ese fue el mensaje que Neil Papworth le envió a su amigo Richard Jarvis el 3 de diciembre de 1992.

Esas dos palabras lo cambiaron todo.

A partir de ese día, de ese primer mensaje de texto empezó un nuevo ciclo para la historia de la escritura. Hubo un avance tecnológico muy acelerado, los celulares tenían cada vez mas funciones y aparecieron las redes sociales. De alguna forma la escritura como herramienta de comunicación se volvió mucho más simple, ya no era necesario mandar una carta y esperar días, meses, tal vez años para recibir una respuesta, ahora todo era inmediato, o casi. Se paso de escribir hojas y hojas en una carta a escribir 2 palabras abreviadas en un mensaje. 

Ahora nuestros pensamientos no quedan solo en nuestra mente, en una conversación privada entre amigos o en ese cuaderno todo roto al final del cajón, ahora podemos dejarlos plasmados en mil lugares más. 

Escribimos nuestros pensamientos en ese tweet que dentro de un par de años sabemos que va a darnos vergüenza ajena, en ese comentario de insta, en ese mensaje que le mandamos a la persona que nos gusta e inmediatamente después archivamos su chat para no estar pendientes, en ese grupo que tenemos solo con nosotros mismos y que nos sirve de agenda, en el nombre de nuestra alarma para recordar porque la programamos, en el nombre de nuestra playlist favorita, en ese jueguito de formar palabras que tanto nos entretiene, en nuestro block de notas que pocas veces nos acordamos de revisar, en ese mail que mandamos a la facultad sin estar muy seguros de si ser formales o no, etc.

(ampliación del texto de Perec)



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