¿Me pasás la lana?

Consigna: A partir de la lectura de los cuentos breves de Cristian Billardi, encontrar 5 momentos de "quiebre" o pérdida (propios o que les hayan contado o que hayan presenciado), puede tener que ver con una muerte, una separación, dejar atrás algo, una enemistad, etc. Contar uno de ellos en un cuento/texto narrativo de una carilla. Atender sobre todo al uso de la elipsis (lo que no se cuenta) y a los detalles significativos.

El primer recuerdo de “quiebre” que tengo fue a los 8 años. Vivía con mi familia en capital y mis padres decidieron que seria mejor que nos mudáramos al conurbano para poder estar más tranquilos, Este fue un momento muy difícil tanto para mi como para mi hermano, recuerdo que todo el primer año cuando llegábamos a la casa teníamos que pasar una hora sentados en el auto con mi hermanito llorando porque quería volver a su antigua casa. Para mí fue muy difícil principalmente el hecho de pasar de un lugar con sonidos constantes a uno tan silencioso, recuerdo que me sentía completamente sola y los primeros meses dormir me costaba un montón por el miedo que me generaba el vacío de la noche. 

Otro momento de perdida me sucedió hace un par de años cuando falleció mi abuela. Su ultimo año de vida fue muy duro, sabíamos que estaba mal y que inevitablemente sucedería, pero de todas formas no estábamos listos, nadie nunca lo está. Recuerdo que era finales de diciembre y debíamos irnos de vacaciones, pero yo no quería, tenia miedo, miedo de irme y que cuando volviera ella ya no estuviera. Y así sucedió, nos fuimos y una semana después recibimos un mensaje, mi abuela había fallecido. Estábamos en la playa así que decidimos despedirnos con nuestra propia ceremonia, juntamos flores, armamos una corona y la arrojamos al mar. Hoy en día nadie usa teléfono de línea pero mi abuela lo usaba, era la única que nos llamaba y los meses que precedieron a su muerte, cada vez que el teléfono sonaba mi mente en lo primero que pensaba era que debía ser ella, eran solo dos segundos hasta que luego recordaba que no, que no era ella, era imposible que lo fuera. 

Otros momentos de perdida (no míos, pero que le sucedieron a conocidos) son por ejemplo cuando falleció el papá de mi mamá a sus 12 años, el año en el que los padres de un amigo se separaron y cuando el tío de una amiga se suicidó. 


CUENTO 

¿ME PASÁS LA LANA?

- ¿me pasás la lana?

Tomé el ovillo rojo entre mis manos y se lo extendí. 

- No, esa no, la rosa del fondo 

Metí la mano en la gran bolsa llena de ovillos y comencé a revolver. Rojo, rojo, rojo, solo había ovillos rojos, hasta que de repente lo encontré, el ovillo rosa. Lo sostuve y volví a extender mis manos hasta tocar las de mi abuela. Siempre me gustaron las manos de los ancianos. No importa que tanto nos esforcemos las manos nos delatan, delatan el tiempo transcurrido por nuestro cuerpo. Son manos cargadas de arrugas, cada arruga, cada mancha cuenta una historia, cuenta un recuerdo. 

Cierro los ojos y un leve mareo se apodera de mí, es como si el piso se convirtiera en lava. 

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- ¿me pasás la lana?

Miro a mi abuela confundida, acabo de pasársela. No entiendo qué sucede pero no me lo cuestiono demasiado. Vuelvo a tomar el ovillo rojo entre mis manos y se lo extiendo.

- No, esa no, la rosa del fondo

Estoy aún mas confundida, miro absorta a mi abuela pero no logro reaccionar, ni una palabra logra escapar de mi boca. Zambullo mis manos en la bolsa en busca nuevamente del ovillo oculto. Sé dónde buscar así que esta vez lo encuentro aún más rápido. Lo sostengo nuevamente entre mis manos y se lo extiendo a mi abuela.

Cierro lo ojos y el mareo se apodera nuevamente de mí. No de nuevo, me digo. 

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- ¿me pasás la lana?

Mi respiración se agita y mi corazón comienza a latir cada vez más rápido. Me levanto de golpe, no entiendo que sucede pero debo averiguarlo. Mi abuela me mira desconcertada. 

- La rosa, la rosa del fondo – me dice, pero la ignoro. 

Me dirijo rápidamente hacia la puerta que da a la calle pero antes de llegar una fuerza invisible me obliga a cerrar los ojos y el piso nuevamente se convierte en lava.

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- ¿me pasás la lana?

Ahora entiendo, por fin entiendo lo que sucede. Es imposible, esto no está sucediendo, mi abuela ya no está, falleció hace unos días. Esto es un sueño, pero no un simple sueño, es la manera que tiene mi abuela de despedirse, de despedirse de la forma que no pudo hacerlo. Ahora lo entiendo. 

Me levanto con lagrimas en los ojos y abrazo a mi abuela. 

- Te quiero - le digo - te quiero como a nadie en el mundo. 

El piso se convierte en lava nuevamente mientras abrazo a mi abuela y esta vez me despierto, realmente me despierto. 

El sol entra por mi ventana, abro los ojos y las veo, violetas y hermosas como siempre.

Unos días antes se lo había dicho a mi mamá. 

- Cuando florezcan, cuando sus flores favoritas florezcan sabremos que está bien, que está en un lugar mejor. 

Y hoy sucedió, luego de despedirme sucedió, al fin florecieron. 





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